Noragami (ノラガミ, Noragami) es un anime basado en el manga del mismo nombre, escrito e ilustrado por Adachi Toka. Consta de dos temporadas a cargo del estudio BONES. La primera, de título homónimo, se estrenó en 2014 y cuenta con 12 episodios. La segunda, llamada Noragami Aragoto, se estrenó en 2015 y cuenta con 13 episodios. Su género se clasifica principalmente en acción, drama y sobrenatural.
Los personajes principales
Yato: el protagonista de la historia, un dios menor y poco conocido dentro del vasto panteón de deidades orientales. Su ambición es ganar reconocimiento y seguidores para así conseguir un santuario y ser aceptado en Takamagahara, el lugar donde habitan los dioses. Para ello realiza todo tipo de trabajos de poca monta por una cantidad irrisoria. A causa de esta desfavorable situación encuentra pocos shinkis que se presten a colaborar con él, siendo frecuentemente abandonado por éstos sin lograr formar un vínculo fuerte. Su mayor temor es caer en el olvido y desaparecer, por eso aprecia tanto a Hiyori y cuida mucho su relación con ella, ya que es la única humana capaz de verlo y recordarlo. Es un desastre, irresponsable, tiende a deprimirse con frecuencia y le cuesta muchísimo ahorrar.
Yukine: es el tesoro sagrado de Yato, cuyo aspecto es el de un muchacho de unos quince años. Yato lo encuentra solo y desamparado justo después de ser abandonado por su anterior shinki, por lo que decide acogerlo a su lado, beneficiándose ambos. Al principio su relación es complicada, puesto que la vida que le ofrece no es la mejor y además siente mucha nostalgia de su existencia pasada. Esto mejora con la llegada de Hiyori, que lo trata como a un chico normal de su edad e incluso le da clases para que pueda seguir de alguna manera con la vida que tenía antes de morir. Posteriormente va forjando una relación más estrecha con Yato, son capaces de comprenderse mejor e incluso llega a convertirse en un tesoro divino. Su forma como shinki es una katana sin mango primero y dos katanas después, en su forma de tesoro divino. Es mucho más serio y centrado que Yato; en varias ocasiones llega a comportarse de forma mucho más madura que él.
Hiyori Iki: es una chica de instituto, alegre, soñadora y algo despistada. Es una gran seguidora de la lucha libre, aunque mantiene esta afición en secreto ante sus amigas. Tiene una vida de estudiante corriente hasta que un día se cruza con Yato, a quien puede ver aun siendo humana, y lo salva de que lo atropelle un coche sin saber que es un dios. A causa de este suceso se convierte en mitad fantasma, es decir, su alma puede abandonar su cuerpo a voluntad (por lo que puede ver a los demás dioses y shinkis cuando está en esta forma). Se queda con Yato y lo ayuda en sus tareas a cambio de la promesa de devolverla a la normalidad. Tiene una relación de amistad muy fraternal con Yukine y mucho más estrecha con Yato, preocupándose constantemente por ambos. Es consciente de que para una humana como ella no es bueno profundizar tanto con los habitantes del plano divino pero no parece dispuesta a alejarse de Yato.
Bishamon: es la diosa de la guerra y una de las más importantes del panteón oriental. También llamada Bishamonten o Viina, forma parte asimismo de los llamados "siete dioses de la fortuna", que cuentan con millones de seguidores. Gracias a ello posee una lujosa y elegante mansión en Takamagahara. Busca vengarse de Yato por haber matado a todos sus shinkis en el pasado, con excepción de Kazuma, y en varias ocasiones trata de asesinarle. Más tarde se aclara la historia y abandona sus ansias de venganza, si bien su relación sigue siendo muy tirante. Cuenta con un gran número de tesoros sagrados a su servicio, ya que por su naturaleza bondadosa y maternal es incapaz de dejar a un alma abandonada cuando la encuentra, aunque habitualmente siempre utiliza a los mismos. Todos ellos sienten un gran agradecimiento y devoción por ella. Está muy unida a Kazuma, que actúa como su guía, por haber vivido juntos la tragedia de la masacre de sus shinkis. Es también en quien más confía, declarando incluso que sin su guía, a veces, no sabría cómo actuar.
Kazuma: es el tesoro sagrado de Bishamon, que tiene el aspecto de un muchacho joven con gafas. Es el único superviviente de su anterior clan de shinkis, de cuya masacre ésta culpa a Yato. Posteriormente se descubre que fue él quien pidió a Yato que los matase para evitar que causaran daño a su diosa. Es muy fiel y leal a ella, siempre vela por su seguridad y trata de anticiparse a sus necesidades. Esta dedicación le valió el acceso a la categoría de tesoro divino. Parece albergar ciertos sentimientos románticos por Bishamon, a quien siempre llama "Viina" a modo familiar, siendo el único a quien ésta se lo permite. Su forma como shinki es un pendiente en forma de flor.
Nora: es uno de los anteriores tesoros divinos de Yato, cuya forma es la de una mujer joven con el atuendo clásico funerario japonés. "Nora" no es su nombre real, sino la palabra que se usa para designar a un shinki que sirve a múltiples amos y, por tanto, poseen muchos nombres. Su significado es "errante" o "extraviado." Esta forma de actuar se considera desleal y estos shinkis son vistos con desprecio por los demás dioses, si bien es cierto que son algunos de ellos quienes los utilizan para trabajos de reputación dudosa o para los que no quieren usar a sus propios shinkis. Su nombre real es "Hiki", aunque Yato la llamó "Hiiro" y de esta forma se refiere a ella. Aparece esporádicamente solicitando a Yato que la use, aunque él siempre se niega. Más tarde se revela que forma parte de su pasado como dios de la guerra.
Ebisu: es el dios del comercio y la pesca y, al igual que Bishamon, uno de los siete dioses de la fortuna. Como ella, es ampliamente conocido y cuenta con multitud de fieles. Esto, junto con la actividad a la que se advoca, da como resultado un espectacular poder financiero (con el cual trata de comprar a Yukine una vez se convierte en tesoro divino). Es poco hablador, estoico y desapasionado. Ha pasado por múltiples reencarnaciones, lo que podría ser la causa de su personalidad reservada, aunque cuenta con unos modales excelentes gracias a la educación de sus shinkis, con quienes ha convivido desde niño tras ser abandonado por su progenitor. Posteriormente va mostrando cada vez más sus emociones, al tiempo que revela sus planes y entabla una relación más cercana con Yato, que trata de ayudarle.
Los personajes secundarios
Kofuku: es la diosa de la pobreza, que pese a lo negativo de su advocación ha conseguido mantenerse estable y ser reconocida por los humanos. Cuenta con un único shinki, Daikoku, que además es su marido. En contraste con lo que representa, es una mujer alegre, vivaracha, encantadora y siempre está alborotando, aunque cuando se enfada tiene mucho mal genio y suelen suceder catástrofes. Es amiga de Yato y lo acoge en su casa, ya que él no tiene un templo; también lo defiende ante Bishamon sin intimidarse por el estatus y la fuerza de esta diosa.
Daikoku: es el tesoro sagrado de Kofuku, con quien está casado. Su aspecto es el de un hombre de unos cuarenta años, algo gruñón, sobre todo en lo que se refiere a tener que mantener a Yato en su casa, pero igual que su esposa le brinda ayuda de buen grado. Suele llevar puesto un delantal la mayor parte del tiempo y casi siempre aparece fumando un cigarrillo. Tiene un carácter fuerte, que se transforma en sobreprotector en lo tocante a Kofuku. Su forma como shinki es un abanico decorado.
Rabō: es un dios de la calamidad, similar a Yato, pero con muchos menos escrúpulos. Trabajó con Yato en el pasado y detesta ver cómo ha abandonado el camino de la guerra, tratando de salir adelante por otros medios. Por ello lo reta constantemente, chantajeándolo incluso en un intento de que vuelva a aparecer su faceta más cruel. Puede controlar a los ayakashis, lo que lo convierte en un dios muy poderoso y peligroso. No tiene problemas en matar para cumplir un encargo, ya sea a dioses, humanos o shinkis. Es malvado, despiadado y solo se preocupa por el daño y el conflicto. Este personaje es exclusivo del anime.
Tenjin: es el dios del aprendizaje y uno de los más populares del panteón, sobre todo entre los estudiantes. Posee varios tesoros sagrados, todas mujeres, entre ellas la antigua shinki de Yato, Tomone (ahora Mayu), así como un santuario grande y bonito. Estos dos motivos hacen que Yato le envidie, aunque también le tiene respeto porque varias veces le ha ayudado, pese a que siempre se niega en un principio. Es un anciano sabio y muy sensato, aconsejando varias veces a Hiyori que se mantenga alejada del plano divino y regrese a su vida como humana.
Mayu: es el antiguo tesoro sagrado de Yato, que le dio el nombre de Tomone cuando trabajaba para él. Le abandonó porque no podía soportar las pésimas condiciones de vida que éste le ofrecía. Pese a ello no le guarda rencor y desea que consiga sus objetivos. Su forma como shinki era una daga cuando estaba al servicio de Yato; actualmente se transforma en una pipa.
Kugaha: es un antiguo tesoro sagrado de Bishamon, que actuaba como doctor encargado de tratar tanto a la diosa como a los demás shinkis. Al principio se muestra como alguien amable, interesado por los demás y siempre dispuesto a actuar; más tarde se descubre que conspira contra Bishamon, envenenándola. Asimismo, engaña y manipula a algunos de sus compañeros para hacerle daño, llegando a matar a uno de ellos. Su intención es conseguir que Bishamon se reencarne para convertirse en su shinki principal. Finalmente es descubierto y exiliado.
La primera temporada
Al principio de la serie se nos presenta a Yato, un dios de la calamidad, junto a su shinki, Mayu. Los dioses sobreviven gracias a la devoción y la fe de los humanos, gracias a los cuales pueden prosperar en función de su popularidad. Al igual, si no tienen seguidores acaban desapareciendo del imaginario popular y muriendo. El dios Yato trata de evitar este destino realizando todo tipo de trabajos por valor de cinco yenes, muy alejados de su condición de dios de la guerra. No le va muy bien, por lo que sus shinki lo abandonan siempre y Mayu no es una excepción. En su búsqueda de un nuevo tesoro sagrado se encuentra con Hiyori, una chica de instituto que inexplicablemente puede verle y que, por intentar salvarlol, acaba convertida en un semi-fantasma. Ella le hace prometer que la devolverá a su estado normal y comienzan a pasar tiempo juntos; poco después encuentra a Yukine, que se convierte en su nuevo shinki (un poco a regañadientes). A partir de entonces, los tres se enfrentar juntos a los ayakashis, fantasmas que van al mundo de los vivos tratando de corromper las almas de los humanos para comérselas.
Como los shinkis son espíritus que murieron prematuramente y en contra de su voluntad, Yukine no está muy contento con su nueva condición y esto comienza a afectar a su relación Yato, puesto que el vínculo que une a un dios con su tesoro sagrado se manifiesta en ambas direcciones a través de sus sentimientos. Así, ambos son capaces de conocer el dolor o el miedo del otro; pese a todo, en lugar de comprenderse mejor, cada vez se alejan más. Hiyori trata de mediar entre ellos, sin éxito. En esta tesitura aparece Rabō, un antiguo compañero de Yato que trata de hacerle volver al camino de la lucha y la muerte. Él se niega y protagonizan varios enfrentamientos.
Mientras tanto, la situación entre Yukine y el dios se hace insostenible, hasta el punto de que éste cae víctima del mal que lo consume. Corriendo un gran riesgo, Hiyori pide ayuda a otros dioses y sus shinkis para salvarlos a los dos. Yukine finalmente comprende que Yato se preocupa por él, no solamente lo utiliza; ambos arreglan sus diferencias y se comprometen a tener más comunicación para evitar que vuelva a suceder. Aprovechando que Hiyori está débil, es secuestrada por Rabō para chantajear a Yato. Con su vínculo renovado, Yato y Yukine pelean contra él, le vencen y consiguen rescatarla sana y salva.
La segunda temporada
En esta ocasión se abordan dos arcos, el primero de ellos protagonizado por Bishamon. De forma similar a como le ocurriera a Yato, comienza a sentirse mal, cansada e intranquila. Le pide ayuda a Kugaha, el doctor, quien dictamina que no hay nada de qué preocuparse, aunque Kazuma sospecha que algo malo ocurre. El guía comienza a intuir una especie de descontento entre los demás shinkis y acaba descubriendo que, si bien todos se sienten agradecidos con Bishamon por acogerlos y darles un hogar, muchos también se consideran inútiles ya que la diosa nunca los ha utilizado en sus peleas. Temeroso de que se repita la situación de siglos atrás, continúa investigando para evitar que ocurra una tragedia. Así, se entera de que uno de los tesoros sagrados ha muerto a manos de Kugaha y de que es él quien está detrás de todo. Intenta decírselo a Bishamon, pero en ese momento sale a la luz que él fue el responsable de la matanza de sus anteriores shinkis y que participó en la ceremonia de purificación para salvar a Yato sin el permiso de su diosa. Sin querer atender a razones, sintiéndose traicionada, ella lo expulsa.
Víctima del dolor y de las mentiras de Kugaha, Bishamon enferma cada vez más. Sin embargo oculta su malestar a sus shinkis para no preocuparles, mientras que éstos no expresan en voz alta sus temores por miedo a importunarla, creándose de nuevo una relación insana entre ellos. Mientras tanto, Yato consigue rescatar a Kazuma, encerrado junto a Hiyori, y exponer a Kugaha como culpable. Entonces explica que, en el pasado, Kazuma le pidió que asesinara a los tesoros sagrados de Bishamon para impedir que ella muriera y reencarnase, ya que su mal estaba demasiado extendido y habían perdido totalmente la confianza con ella. Éste confirma la historia y confiesa su culpa, alegando que todo lo hizo para salvarla. Para entonces, muchos de los actuales shinkis de Bishamon han caído a manos de las bestias de Kugaha. Viendo que la historia se repite, ella abre por fin los ojos y, sirviéndose de los pocos que le quedan, derrotan al doctor. Éste es desterrado de su servicio y tomado por Tenjin para tenerlo bajo vigilancia. Bishamon cancela su venganza contra Yato y se propone tener una mejor comunicación con sus shinkis, además de utilizarlos a todos.
Aparece entonces en escena el dios Ebisu. Anteriormente se le ve haciendo grandes esfuerzos por controlar a los ayakashis, con escaso éxito. A causa de ello cae enfermo y Bishamon acude a visitarle, sin hallar nada sospechoso en su estado. Alertado por Nora, Yato le sigue junto con ella hasta la entrada del inframundo. Una vez dentro, Ebisu desvela sus verdaderas intenciones: desea hacerse con los pinceles de la creación, que le permitirán someter a los fantasmas a su voluntad. En ese momento se encuentran con Izanami, la reina del inframundo, a quien Ebisu llama "madre." La engaña para hacerse con los pinceles, pero también a Yato, y huye con ellos dejándolo allí como rehén. Finalmente consigue salir gracias a la ayuda de Hiyori, que ha movilizado a todos en el exterior. Sin embargo Ebisu es castigado por las deidades superiores a causa de sus actos. Aunque Bishamon trata de impedirlo, es sometido al juicio divino y desaparece, reencarnando en un nuevo Ebisu que toma el aspecto de un niño.
La valoración
Para comenzar he de decir que lo que más me llamó la atención de Noragami fueron los diseños. Me parecen muy bonitos, con un estilo limpio y fluido (a quien no le parezcan bellos los ojos de Yato, seguramente está mintiendo). Pero dejando esto a un lado creo que lo mejor que tiene es su originalidad. El hecho de que trate de dioses orientales es bastante novedoso. En algunos animes aparecen deidades como personajes o se las menciona pero creo que hasta entonces no había ninguno cuyo tema central y protagonistas fueran ellos. Tiene acción, drama y cosas bonitas a partes iguales.
En particular me parece muy destacable la relación entre dioses y shinkis, que funcione y se equilibre en base a los sentimientos de cada uno es algo, realmente, muy humano en el fondo, porque así es como funcionan también las relaciones entre las personas, en la vida real. Cuando sufres, también haces daño a los que te quieren, de alguna forma. Cuando les haces daño, te sientes mal por ello. Lo encuentro bastante más profundo de lo que parece y lo considero un acierto por parte de la serie. Al igual que el hecho de que los dioses desaparezcan si son olvidados, que le añade bastante carga dramática al asunto. Luego también están los momentos cómicos, que le aportan mucha frescura. No se centra solo en el trío protagonista, sino que otros como Bishamon o Kofuku tienen sus propias historias o hasta arcos enteros. Y aunque no lo he mencionado mucho tiene su buena dosis de romance, de romances difíciles además, pero llevados con mucha sencillez, otro añadido positivo para el anime. Todo esto explica por qué ha sido uno de los más populares y los personajes han calado tanto entre el público.
En definitiva, es una serie que merece la pena, que tiene bastante chicha y puede llegar a enganchar (como a mí me ocurrió con la primera temporada, haciendo que me pasara al manga, por lo que la segunda temporada no fue una sorpresa pero aun así la disfruté). E igual si os apetece veros algo no muy largo ni denso para desconectar de otros animes es una opción más que recomendable.
La primera temporada
Al principio de la serie se nos presenta a Yato, un dios de la calamidad, junto a su shinki, Mayu. Los dioses sobreviven gracias a la devoción y la fe de los humanos, gracias a los cuales pueden prosperar en función de su popularidad. Al igual, si no tienen seguidores acaban desapareciendo del imaginario popular y muriendo. El dios Yato trata de evitar este destino realizando todo tipo de trabajos por valor de cinco yenes, muy alejados de su condición de dios de la guerra. No le va muy bien, por lo que sus shinki lo abandonan siempre y Mayu no es una excepción. En su búsqueda de un nuevo tesoro sagrado se encuentra con Hiyori, una chica de instituto que inexplicablemente puede verle y que, por intentar salvarlol, acaba convertida en un semi-fantasma. Ella le hace prometer que la devolverá a su estado normal y comienzan a pasar tiempo juntos; poco después encuentra a Yukine, que se convierte en su nuevo shinki (un poco a regañadientes). A partir de entonces, los tres se enfrentar juntos a los ayakashis, fantasmas que van al mundo de los vivos tratando de corromper las almas de los humanos para comérselas.
Como los shinkis son espíritus que murieron prematuramente y en contra de su voluntad, Yukine no está muy contento con su nueva condición y esto comienza a afectar a su relación Yato, puesto que el vínculo que une a un dios con su tesoro sagrado se manifiesta en ambas direcciones a través de sus sentimientos. Así, ambos son capaces de conocer el dolor o el miedo del otro; pese a todo, en lugar de comprenderse mejor, cada vez se alejan más. Hiyori trata de mediar entre ellos, sin éxito. En esta tesitura aparece Rabō, un antiguo compañero de Yato que trata de hacerle volver al camino de la lucha y la muerte. Él se niega y protagonizan varios enfrentamientos.
Mientras tanto, la situación entre Yukine y el dios se hace insostenible, hasta el punto de que éste cae víctima del mal que lo consume. Corriendo un gran riesgo, Hiyori pide ayuda a otros dioses y sus shinkis para salvarlos a los dos. Yukine finalmente comprende que Yato se preocupa por él, no solamente lo utiliza; ambos arreglan sus diferencias y se comprometen a tener más comunicación para evitar que vuelva a suceder. Aprovechando que Hiyori está débil, es secuestrada por Rabō para chantajear a Yato. Con su vínculo renovado, Yato y Yukine pelean contra él, le vencen y consiguen rescatarla sana y salva.
La segunda temporada
En esta ocasión se abordan dos arcos, el primero de ellos protagonizado por Bishamon. De forma similar a como le ocurriera a Yato, comienza a sentirse mal, cansada e intranquila. Le pide ayuda a Kugaha, el doctor, quien dictamina que no hay nada de qué preocuparse, aunque Kazuma sospecha que algo malo ocurre. El guía comienza a intuir una especie de descontento entre los demás shinkis y acaba descubriendo que, si bien todos se sienten agradecidos con Bishamon por acogerlos y darles un hogar, muchos también se consideran inútiles ya que la diosa nunca los ha utilizado en sus peleas. Temeroso de que se repita la situación de siglos atrás, continúa investigando para evitar que ocurra una tragedia. Así, se entera de que uno de los tesoros sagrados ha muerto a manos de Kugaha y de que es él quien está detrás de todo. Intenta decírselo a Bishamon, pero en ese momento sale a la luz que él fue el responsable de la matanza de sus anteriores shinkis y que participó en la ceremonia de purificación para salvar a Yato sin el permiso de su diosa. Sin querer atender a razones, sintiéndose traicionada, ella lo expulsa.
Víctima del dolor y de las mentiras de Kugaha, Bishamon enferma cada vez más. Sin embargo oculta su malestar a sus shinkis para no preocuparles, mientras que éstos no expresan en voz alta sus temores por miedo a importunarla, creándose de nuevo una relación insana entre ellos. Mientras tanto, Yato consigue rescatar a Kazuma, encerrado junto a Hiyori, y exponer a Kugaha como culpable. Entonces explica que, en el pasado, Kazuma le pidió que asesinara a los tesoros sagrados de Bishamon para impedir que ella muriera y reencarnase, ya que su mal estaba demasiado extendido y habían perdido totalmente la confianza con ella. Éste confirma la historia y confiesa su culpa, alegando que todo lo hizo para salvarla. Para entonces, muchos de los actuales shinkis de Bishamon han caído a manos de las bestias de Kugaha. Viendo que la historia se repite, ella abre por fin los ojos y, sirviéndose de los pocos que le quedan, derrotan al doctor. Éste es desterrado de su servicio y tomado por Tenjin para tenerlo bajo vigilancia. Bishamon cancela su venganza contra Yato y se propone tener una mejor comunicación con sus shinkis, además de utilizarlos a todos.
Aparece entonces en escena el dios Ebisu. Anteriormente se le ve haciendo grandes esfuerzos por controlar a los ayakashis, con escaso éxito. A causa de ello cae enfermo y Bishamon acude a visitarle, sin hallar nada sospechoso en su estado. Alertado por Nora, Yato le sigue junto con ella hasta la entrada del inframundo. Una vez dentro, Ebisu desvela sus verdaderas intenciones: desea hacerse con los pinceles de la creación, que le permitirán someter a los fantasmas a su voluntad. En ese momento se encuentran con Izanami, la reina del inframundo, a quien Ebisu llama "madre." La engaña para hacerse con los pinceles, pero también a Yato, y huye con ellos dejándolo allí como rehén. Finalmente consigue salir gracias a la ayuda de Hiyori, que ha movilizado a todos en el exterior. Sin embargo Ebisu es castigado por las deidades superiores a causa de sus actos. Aunque Bishamon trata de impedirlo, es sometido al juicio divino y desaparece, reencarnando en un nuevo Ebisu que toma el aspecto de un niño.
La valoración
Para comenzar he de decir que lo que más me llamó la atención de Noragami fueron los diseños. Me parecen muy bonitos, con un estilo limpio y fluido (a quien no le parezcan bellos los ojos de Yato, seguramente está mintiendo). Pero dejando esto a un lado creo que lo mejor que tiene es su originalidad. El hecho de que trate de dioses orientales es bastante novedoso. En algunos animes aparecen deidades como personajes o se las menciona pero creo que hasta entonces no había ninguno cuyo tema central y protagonistas fueran ellos. Tiene acción, drama y cosas bonitas a partes iguales.
En particular me parece muy destacable la relación entre dioses y shinkis, que funcione y se equilibre en base a los sentimientos de cada uno es algo, realmente, muy humano en el fondo, porque así es como funcionan también las relaciones entre las personas, en la vida real. Cuando sufres, también haces daño a los que te quieren, de alguna forma. Cuando les haces daño, te sientes mal por ello. Lo encuentro bastante más profundo de lo que parece y lo considero un acierto por parte de la serie. Al igual que el hecho de que los dioses desaparezcan si son olvidados, que le añade bastante carga dramática al asunto. Luego también están los momentos cómicos, que le aportan mucha frescura. No se centra solo en el trío protagonista, sino que otros como Bishamon o Kofuku tienen sus propias historias o hasta arcos enteros. Y aunque no lo he mencionado mucho tiene su buena dosis de romance, de romances difíciles además, pero llevados con mucha sencillez, otro añadido positivo para el anime. Todo esto explica por qué ha sido uno de los más populares y los personajes han calado tanto entre el público.
En definitiva, es una serie que merece la pena, que tiene bastante chicha y puede llegar a enganchar (como a mí me ocurrió con la primera temporada, haciendo que me pasara al manga, por lo que la segunda temporada no fue una sorpresa pero aun así la disfruté). E igual si os apetece veros algo no muy largo ni denso para desconectar de otros animes es una opción más que recomendable.